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¡Queremos más azotes!
Algo está pasando a las 20 horas. Años atrás el otrora horario más pelado de la franja televisiva provocaba verdaderos fenómenos, historias y personajes que traspasaban la pantalla, pero hoy estos pasan sin pena ni gloria. Al parecer las teleseries de ese horario perdieron el rumbo o simplemente los televidentes se cansaron de historias con poco peso. Y no me refiero a que un transplante de corazón o la relación de un padre soltero con su hija sean temáticas simples. Hablo de la construcción de la trama, de la formación de los personajes, de escenas rápidas, entretenidas, que lleven al telespectador a un mundo paralelo en donde la risa, la rabia y las pasiones más ocultas afloren. Por estoy días sólo vemos historias "ligth", "fomes", que tratan de estirarlas para sacarles máximos provechos comerciales, pero que ya no cumplen con su único objetivo: entretener. No soy de los que piensa que la TV está hecha para educar. No busco eso en una teleserie, pero sí que me asuste, que me provoque carcajadas, que sus protagonistas sean más que el actor de moda. Y eso no está. A modo de ejemplo Los Pincheira, Pampa Ilusión, Machos y Amores de Mercado, teleseries que marcaron hitos en rating, se basaron en lo que más criticamos de las series venezolanas: las diferncias sociales, los golpes, las humillaciones, los malos malos contra los buenos que llegan a ser estúpidos. Cada azote que recibía Tamara Acosta en manos de Alvaro Morales (el recordado Ortuzar en la historia de bandoleros) hacía elevar el rating. (No crean que fomento la violencia) Sin embargo eso es lo que hace falta: fantasías que nos hagan sentir protagonistas de historias maravillosas y testigos de tramas sin igual. Ahí se explica el fenómeno de Alguien Te Mira: el morbo, las ganas de ver cosas distintas es lo que mueve al espectador. E incluso ahí se entiende la inesperada audiencia que ha logrado Fortunato (que ha superado los finales de las desabridas Corazón de María y Papi Ricky): la típica historia del pobre que se hace rico de un momento a otro y que debe sortear toda clase de aventuras por tontas e irreales que parezcan. No es eso acaso lo "típico" que sucede en las "telecebollas" de Miami??.
Basta de teleseries hechas "sin ganas", simplemente por hacerlas. Tratemos con historias innivadoras, abramos más nichos de horario, atrevámonos con series más arriesgadas, pero sin perder las reglas básicas de las teleseries: los buenos, los malos, la humillación y la venganza. Esa simple mezcla provoca más que un buen rating.
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